Ey.

Tan sólo quería decirte que no pasa nada si tus valores no coinciden con los de la arrolladora corriente “Progreguay” que en los últimos tiempos inunda foros, Webs, prensa y otros espacios.

Tampoco te angusties si te identificas igual de poco con algunas ideas “Retrocasposas” y tus creencias son diferentes o un remanente entre la masa.

Estés donde estés… cualquiera dice algo en contra del ideario de moda, ¿eh? A veces da miedo compartir lo que uno opina sobre la imposición de ciertos temas y nuevos credos, ¿lo has notado?

Y es que, en ocasiones, tengo la sensación de vivir cierto tipo de represión ideológica disfrazada de revolución progresista. Revolución que, si te descuidas, se puede convertir en otro tipo de pontificado igual de dogmático y absolutista como el que pretende superar (me da que este toma y daca siempre ha sido así). No nos engañemos: cuando unos fanatismos se destruyen, otros se levantan.

Son malos tiempos para los que tienen un criterio propio que no es como el de la masa. Es mejor que reprimas tus ideas o te amoldes al resto no vaya a ser que te conviertas en sospechoso… Porque si no sigues el ideario, prepárate para el paredón viral. Como no comulgues con sus doctrinas, ya se encargará la Inquisición 2.0. de ponerte en tu sitio. Prepárate para que un ejército de haters y otros humanos que padecen el síndrome del comentarista-emperador te recuerden que estás equivocado y que lo que opinas es basura de otra época.

En esta espectacularización masiva, donde los nuevos obispos de la imagen e influencers mediáticos comparten sus decorados como si fuesen la vida real, nos disparamos a nosotros mismos cuando los que hablan de libertad de expresión sólo aceptan aquella que les parece bien. Así canonizamos el pensamiento ambiguo, veneramos al “yo que todo lo vale” y glorificamos una moral en la que el bien y el mal, lo bueno y lo malo, son condicionales y relativos.

Me aterra asistir a unas estadísticas que aumenten en cerebros infantilizados, corazones entronizados y almas vendidas. Me estremece aún más ser parte de ello y ni siquiera pararme a pensarlo.

En fin. Qué más da. Depende, todo depende, de según cómo se mire todo depende…

Ey.

A ver si, con un poco de suerte y librándome de la hoguera inquisidora por creer en Quien creo, entre tantos nuevos estilos y gustos que vienen y van, se vuelven a poner de moda las armaduras…

Gozo y Paz,

“Poneos toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo podáis resistir hasta el fin con firmeza. Manteneos firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia,  y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomad el escudo de la fe, con el cual podéis apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomad el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” –Pablo, en Efesios 6:13-16.