Hace unos meses, una persona a la que aprecio me envío este enlace preocupado por su contenido: “Antena 3 compra los derechos de la Segunda Venida de Cristo”. Lo que esta persona no había comprobado es que la fuente de la noticia es un periódico satírico, totalmente ficticio y humorístico. Y como este (exagerado) caso, llegan hasta nosotros cada día decenas de noticias falsas que corremos el riesgo de tragarnos y, peor aún, compartir.

Bulos. Hoax. Rumorología. Fake news. Desinformación. Deep Fake. Fraudes. Manipulación informativa. Leyendas urbanas. Posverdad…

Muchos sinónimos para hablar de, al fin y al cabo, mentiras. Somos la sociedad de la imagen, pero también de los espejismos. De los bots y del Photoshop. Del filtro y el retoque. De la persuasión y el engaño. Del clickbait y la manipulación informativa. Del “te hago creer que esto es una cosa” cuando en realidad es otra. Sí, hoy hay demasiadas mentiras. Son más fluidas que nunca. Llegan más lejos que nunca. Y están más disponibles que nunca.

La mentira corre más que la verdad

Un estudio de investigadores del MIT[1] ha descubierto que las noticias falsas se difunden significativamente más rápido, más intensa y más ampliamente que la verdad en todas las categorías de información (política, religión, ciencia, información financiera…).

Otro estudio de la Universidad de Warwick[2] llegó a la conclusión de que hay una tendencia mayoritaria en los usuarios a compartir una noticia antes de verificarla. Este mismo análisis descubrió que un rumor que resulta ser cierto a menudo se resuelve dentro de las dos horas posteriores a la primera aparición. Pero un rumor que demuestra ser falso demora más de 14 horas en ser desmentido. Es decir, el ciclo de vida de las noticias falsas se extiende por horas, apoderándose de la red (y de los lectores) antes de que éstas sean desacreditadas. Parece que, como dijo el ensayista Jonathan Swift, “la falsedad vuela y la verdad viene cojeando tras ella”.

Según el primer Estudio sobre el impacto de las Fake News en España:

  • El 60% de los españoles cree que sabe detectar las noticias falsas, pero en realidad solo un 14% logra diferenciarlas.
  • Los jóvenes tienen más capacidad para distinguir las noticias falsas de las verdaderas.
  • En cuanto al 60% de la población que reconoce haberse creído alguna vez una noticia falsa, la inmensa mayoría afirma que ésta no tuvo consecuencias para su vida. No obstante, entre las personas que reconocen haberle afectado, casi el 30% afirma que le ocasionó discusiones con familiares/amigos o problemas en el trabajo, e incluso problemas emocionales. La Biblia tiene razón cuando dice que “el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos” (Proverbios 6:19).

El éxito de conspiranoicos, charlatanes y falsos profetas

La tendencia actual de la mayoría de redes y medios es la de producir más información, pero verificarla o contrastarla menos. La calidad y profundidad de la información es menor debido a la celeridad de los canales de comunicación actuales, la inmediatez del contenido y el ansia de los usuarios por tener nueva información disponible que compartir.

Pero, ¿por qué tienen tanto éxito los conspiranoicos, charlatanes y falsos profetas? ¿Por qué nos encanta participar en este tipo de comportamiento? ¿Por qué compartimos noticias falsas?

  • Según uno de los estudios anteriormente citados, lo hacemos por diversión o porque no creemos que hagan daño a nadie.
  • Otro motivo es que nos gusta creer y compartir noticias que encajan con nuestras ideas, aunque no sean ciertas. A esto se le llama “sesgo de confirmación”, el cual nos hace seleccionar, favorecer y recordar más aquella información que confirma nuestras propias creencias.
  • También puede haber motivaciones económicas, como las páginas Web que generan información falsa para que hagas clic en sus titulares sensacionalistas (clickbait).
  • Por motivos ideológicos, con el objetivo de difundir determinadas ideas para crear un estado de opinión favorable o desfavorable respecto a determinados temas o causas. Además, la información falsa tiene la capacidad de alterar nuestra memoria, propiciando que recordemos cosas que jamás sucedieron.
  • Por el afán personal de compartir contenido inmediato, sin leerlo o comprobarlo; o de conseguir clics o reacciones en las redes sociales (y la dopamina y recompensa que esto genera en nuestro cerebro).
  • Porque queremos ser quienes comparten una noticia que genera sorpresa en las otras personas; esto nos hace sentirnos especiales e influyentes: “las noticias falsas causan más sorpresa y rechazo, mientras que las verídicas causan más ansiedad y tristeza. Cuanto más sorprende algo, mayor es la voluntad de compartirla”[3].

Este asunto no es nuevo, pero se ha disparado con las redes sociales, sobre todo a través de Facebook, Twitter y WhatsApp. El fácil acceso a gran cantidad de contenido, la facilidad de edición y manipulación de los mismos, la rapidez con la que se consume hoy en día la información y la dificultad para contrastarla hacen de las redes sociales y la mensajería instantánea un caldo de cultivo para los bulos.[4]

La Biblia y las fake news

Pese a la actualidad de este tema, las noticias falsas y sus derivados están entre nosotros desde el principio, desde que en Génesis 3 el padre de la mentira presentó la primera fake new de la historia de nuestro planeta.

Jesús también tuvo que soportar y enfrentar todo tipo de bulos que pretendían obstaculizar y acabar con su ministerio. Difamaciones, acusaciones y fuentes falsas de boca del pueblo y de “religiosos”.

Éstos crearon bulos sobre su identidad, confundiéndolo con otros profetas“Jesús preguntó a sus discípulos: -¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Le respondieron: -Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que Jeremías o uno de los profetas” (Juan 16:13-14); o incluso con el mismísimo Beelzebú“Los maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén decían: «¡Está poseído por Beelzebú! Expulsa a los demonios por medio del príncipe de los demonios»” (Marcos 3:22).

Tras su resurrección, los estratos políticos y fundamentalistas religiosos también tramaron un plan mediático descarado: “Después de reunirse estos jefes con los ancianos y de trazar un plan, les dieron a los soldados una fuerte suma de dinero y les encargaron: «Decid que los discípulos de Jesús vinieron por la noche y que, mientras dormíais, robaron el cuerpo. Y, si el gobernador llega a enterarse de esto, nosotros responderemos por vosotros y os evitaremos cualquier problema». Así que los soldados tomaron el dinero e hicieron como se les había instruido. Esta es la versión de los sucesos que hasta el día de hoy ha circulado entre los judíos” (Mateo 28:12-15).

En las epístolas, Pablo nos advierte: “Nadie os engañe con palabras vanas” (Efesios 5:6). En 2 Corintios 2:17, el apóstol enfrenta a los que “trafican con la palabra. Más bien, hablamos con sinceridad delante de él en Cristo”. Un poco más adelante, advierte de que se está predicando “un evangelio diferente” (2 Corintios 11:4) y de esos “falsos hermanos” que lo expanden (2 Corintios 11:4, 13-15; Gálatas 2:4).

El apóstol Pedro también nos señala: “en el pueblo judío hubo falsos profetas, y también entre vosotros habrá falsos maestros que encubiertamente introducirán herejías destructivas, al extremo de negar al mismo Señor que los rescató. Esto les traerá una pronta destrucción” (2 Pedro 2:1).

Sin embargo, el amado Juan nos tranquiliza: “vosotros, queridos hijos, sois de Dios y habéis vencido a esos falsos profetas, porque el que está en vosotros es más poderoso que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).

Sólo hay un evangelio verdadero, el de Jesús.

Nuestra iglesia y la desinformación

Chips. Jesuitas infiltrados. Ataques denominacionales. Fechas de la Segunda Venida de Cristo. El “morbo” del tiempo del fin usado por hábiles (falsos) profetas que inducen a creencias alarmistas y polémicas vanas. “Hay quienes siempre procuran entrar en controversias. Este es el resumen de su religión. Están llenos del deseo de presentar algo nuevo y extraño. Se ocupan de asuntos de mínima trascendencia y ejercitan en ellos sus talentos aguzados para la polémica. […] Los que permiten que su mente divague en la búsqueda de teorías baratas y sin importancia, necesitan ser convertidos…” (Ellen G. White, Mensajes Selectos 1, cap. 21).

Las redes y canales de YouTube se llenan de paja, y ¿qué tiene que ver la paja con el trigo?, dice el Señor” (Jeremías 23:28). Hasta el día, próximo, en el que lleguen los segadores y Dios les diga: “recoged primero la mala hierba, y atadla en manojos para quemarla; después recoged el trigo y guardadlo en mi granero” (Mateo 13:30).

¿Recuerdas el cuento de “Pedro y el lobo”? Aquel alegre y bromista pastorcillo engañó varias veces a los campesinos de su pueblo, que corrieron en su ayuda ante sus gritos de “¡Auxilio, socorro, que viene el lobo!”. Cuando el lobo vino de verdad, Pedro volvió a gritar, pero sus vecinos ya no le creyeron y nadie acudió para ayudar a Pedro, que vio como el lobo acababa con su rebaño. Las falsas alarmas insensibilizan el oído atento de nuestras audiencias, y cuando tenemos que levantar la voz porque el tiempo verdaderamente ha llegado, no se nos escuchará por la falsa obra de otros (Jeremías 23).

Es interesante notar que los traductores griegos del Antiguo Testamento, en la redacción de la Biblia de los Setenta (LXX), sustituyeron el término hebreo Satan (‘adversario’) por el griego Diabolos, ‘el que arroja acusaciones’ o ‘calumniador’, sustantivo que proviene del verbo diaballein (‘calumniar, difamar’). Compartir mentiras o mezclarla con la verdad es el arte del Enemigo, el diablo, ¡el padre de la mentira! (Juan 8:44; Apocalipsis 12:9). Incluso en el tiempo del fin “el malvado vendrá, por obra de Satanás, con toda clase de milagros, señales y prodigios falsos” (2 Tesaloniceneses 2:9; Apocalipsis 16:13; 19:20). Por lo tanto, al difundir este tipo de contenidos falsos estamos alimentando el mal y participando de la estrategia del Enemigo.

Entonces, ¿podemos hacer algo para detener las noticias falsas?

Tú puedes pararlo: consejos para identificar noticias falsas

Hoy en día cualquiera puede crear y compartir una información, y hacerla pasar por verdadera. Es fácil de crear. Fácil de compartir. Fácil que se propague sin fronteras digitales. No podemos evitar que estas noticias falsas aparezcan, pero sí que se expandan.

Comparto cinco consejos y nueve pasos adaptados de la propuesta realizada por la cadena de noticias BBC:

  1. Tómate un minuto y piensa. No te creas la noticia ni compartas el texto de inmediato.
  2. ¿Te causó una reacción emocional muy grande? Desconfía. Las noticias inventadas se hacen para causar grandes sorpresas o rechazo.
  3. ¿Confirma alguna convicción que ya tenías? También es una técnica habitual de las noticias inventadas. Desarrolla el hábito de desconfiar e investigar.
  4. Cuando una noticia es cierta, es más probable que cite fuentes, que incluya enlaces y que cite documentos oficiales; es decir, que sea transparente.
  5. Producir un reportaje tan pronto como acontecen los eventos toma tiempo y exige profesionales cualificados. Desconfía de las noticias “bomba” en el calor del debate.

De esta manera, cuando recibas una noticia llamativa, sigue estos pasos antes de compartirla:

  1. Lee la noticia entera, no solo el titular.
  2. Averigua la fuente.
    1. ¿Es una cadena de WhatsApp sin autoría o sin enlace? Desconfía y, preferentemente, no la compartas;
    2. ¿Tiene autoría? ¿Es una fuente legítima en la que hayas confiado en el pasado? Investiga el nombre del medio o del autor en Google para ver qué más hizo esa persona y para qué medios trabaja. Presta atención a si el sitio que reprodujo la noticia publica cosas solo de un lado político con algún sesgo ideológico.
    3. ¿Hace referencia a un medio de comunicación? Entra a la página web de ese medio para comprobar si la noticia está ahí.
  3. Busca el titular en Google y contrasta la información. Si es verdadera, es probable que otros medios confiables la hayan reproducido; si es falsa, puede que algunos sitios de verificación de datos hayan averiguado que es un rumor falso.
  4. Busca los datos que se citan. ¿Se apropia de acontecimientos verificables? Si afirma que alguna autoridad dice algo, ¿hubo otros medios que reprodujeran lo que dijo?
  5. Verifica el contexto, como la fecha de publicación. Sacar una noticia de contexto y divulgarla en una fecha diferente también es una forma de desinformación.
  6. Pregúntale a quien te mandó la noticia de quién la recibió, si confía en esa persona y si logró verificar alguna información.
  7. ¿Recibiste una imagen que cuenta una historia? Puedes hacer una búsqueda «inversa» de imágenes y comprobar si otros sitios la reprodujeron o si la imagen corresponde a otra cosa diferente. Guarda la foto en tu ordenador y súbela en https://images.google.com/. También puedes usar estas herramientas de verificación: https://maldita.es/herramientas-de-verificacion/
  8. ¿Recibiste un audio o un vídeo con informaciones? Trata de resumirlas y búscalas en internet introduciendo las palabras clave y “WhatsApp”.
  9. Piensa en números: ¿la noticia cita cifras de investigaciones o de otros datos? Búscalos para ver si tienen sentido.

Además de estos consejos y pasos, te recomiendo que, si recibes un bulo, compruebes si ya ha sido desmentido en estas Webs especializadas. Si consigues confirmar que es un bulo, escribe a la persona que te ha enviado la noticia e invítale a reenviar una aclaración a los contactos con los que había compartido esa información falsa:

Ejemplos de bulos desmentidos relacionados con la fe cristiana

Una oración (verdadera)

Que Dios nos ayude a ser canales de esperanza, no dejándonos llevar por el sensacionalismo sino que estemos anclados en la Verdad. Amén.

Gozo y paz.

Autor: Samuel Gil Soldevilla, doctor en Ciencias de la Comunicación, director de HopeMedia.es y director de Comunicaciones de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España. Artículo publicado en la revista.adventista.es el 4 de abril de 2020: https://revista.adventista.es/estoy-harto-de-recibir-noticias-falsas/

Notas:
[1] Soroush Vosoughi, Deb Roy, Sinan Aral. The spread of true and false news online. Science, 09 Mar 2018: Vol. 359, Issue 6380, pp. 1146-1151.
[2] Arkaitz Zubiaga, et. al. Analysing How People Orient to and Spread Rumours in Social Media by Looking at Conversational Threads. University of Warwick, 2016.
[3] Juliana Gragnani. Guía básica para identificar noticias falsas (antes de mandarlas a tus grupos de WhatsApp). BBC News Brasil, 2018.
[4] Toñi Herrero. «Reenvía este mensaje a tus contactos»: el motivo por el que difundimos los bulos. ElDiario.es, 2017.