_Bot: seguidor falso. Usuario automático. Interesado. Aparente. Tibio. Que se muestra como verdadero pero está vacío por dentro. Simula ser espontáneo aunque su naturaleza es artificial.
Si Jesús usase una red social, además de sinceros seguidores, amigos desconocidos, fanáticos torpes, haters y trolls, también tendría bots… No porque él los comprase, como se suele hacer hoy, sino porque estos perfiles son constitutivos de la humanidad. No es una cuestión de redes digitales, es una cuestión de la sociedad. Siempre han existido bots, independientemente de la tecnología, la ideología, la forma de creencia o de incredulidad.
Bots. Gente que repite lo que escucha como un robot. Que ni genera ni procesa argumentos propios. Que no pone en duda ni busca respuestas honradas. Que sigue la corriente y vive su experiencia por tradición y comodidad, como asistiendo a un club social.
_Sí, a veces me asalta ese miedo: ser un bot del Maestro. Un follower atolondrado. Un número más. Enredado. Falso trigo. Cizaña. Un pez de piscifactoría…
Hoy en día es relativamente fácil idiotizarse. Robotizarse. Convertirse en un ser artificial y menos humano, ver más avatares que personas. Para evitarlo debemos dejar de vivir en bucle, o en reproducción automática. Resistir esa tentación. Mejor parar un poco y reflexionar. Cuestionarse. Retroceder. Avanzar. Salir de la red. No sólo oír o retuitear sino practicar la Buena Noticia. ¡Vamos! ¡Hasta para los bots hay esperanza!
Gozo y Paz,
“Te conozco; tienes fama de estar vivo, pero en realidad no lo estás. ¡Despierta! Reaviva lo que aún es rescatable…” Juan, el discípulo amado, en Apocalipsis 3:1-2.