Tres breves pensamientos:
1. 👑
Mientras hay personas respirando aire puro, mirando al horizonte y hablando con Dios, hay otros individuos rompiendo, robando y escuchándose a sí mismos…
Diez segundos han separado un “gracias Papá por este rato juntos” de un “¿en serio? No puede ser”. Así es colega, el mundo está lleno de cínicos contrastes. De situaciones que te hacen decir: “no me lo puedo creer”, “pero ¿cómo puede ser?”. Ante escenarios así, más allá del suspiro inicial, no cabe la sorpresa ni la búsqueda de razones. Es inútil. Una pérdida de tiempo. El mal no tiene explicación ni justificación. Y no hay lugar en este mundo que se escape de él. Es el mundo que (todavía) vivimos. Ningún corazón está libre de pecado, y ningún entorno, por tranquilo y seguro que parezca, merece nuestra confianza. Sólo Dios. Ni siquiera uno mismo. Sólo Dios.
«No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón» (Mateo 6:19-21).
2. 🙌
Cuando alguien rompe un cristal, otra persona recoge los añicos…
Quizás necesitaba dinero y pensó que ahí lo iba a encontrar. O quizás se creía un santurrón [“el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Y la tiró…]. Yo qué sé. Desconozco sus motivaciones. Lo que sí sé es que nuestras decisiones y acciones tienen efectos. Las buenas y las malas. Y sobretodo las malas dejan un rastro y provocan una onda expansiva difícil de prever y controlar.
Hay piedras y martillos de todo tipo. También nuestras palabras, pensamientos y actos pueden serlo. Somos vasijas delicadas. Hierba que se mece con el viento. «¡Qué frágil es el ser humano!» (Job 14:1). Hubiese preferido que golpeara el cristal con flores. Pero tú y yo estamos a tiempo de evitar que otro recoja pedazos a causa nuestra.
3. ☎️
Cuando ocurren estas cosas, marca “el salmo 112”…
“No tengo miedo a recibir malas noticias porque mi corazón está firme, confía y descansa en el Señor” (Salmo 112:7).
Brother and Sister,
Gozo y Paz.
Posdata. ¿Qué cara se le habrá quedado al ladrón/a al ver que ha robado la mochila con los pañales de Luquitas? ¡Que el Señor le perdone! 😉