Al principio la hormiga pequeña estaba arrastrando con una fuerza pasmosa a la hormiga grande. Tras toparse con una ramita, la sucesión de eventos cambió y fue la hormiga grande quien ejerció su poder sobre la pequeña. Movían sus antenas. Utilizaban sus mandíbulas. Secretaban feromonas. Se les veía concentradas en su historia. Era un momento vital para ambas. Puro conflicto.
Y ahí estaba yo, presenciando desde mis humanas alturas su insignificante devenir.
¿Y a mí qué me importan las hormigas? ¿Qué valor tienen dos insignificantes insectos a mis ojos? Paso de intervenir en su historia. Pueden llegar a ser criaturas interesantes y trabajadoras, pero ¿acaso son algo comparadas conmigo?
Y sin embargo,
«Cristo Jesús.
Aunque era Dios,
no consideró que el ser igual a Dios
fuera algo a lo cual aferrarse.
En cambio, renunció a sus privilegios divinos;
adoptó la humilde posición de un siervo
y nació como un ser humano.
Cuando apareció en forma de hombre,
se humilló a sí mismo en obediencia a Dios
y murió en una cruz como morían los criminales.
Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor
y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres
para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla
en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra,
y toda lengua declare que Jesucristo es el Señor
para la gloria de Dios Padre.»
-Filipenses 2:5-11.
Brother and Sister, tranquilo, tendremos toda la eternidad juntos para entender este misterio 😉
Feliz (casi) Sábado 🙌
Gozo y Paz.