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Manifiesto IV

Septiembre 2021

«…Entre la multitud cada uno gritaba una cosa distinta. Como el comandante no pudo averiguar la verdad a causa del alboroto, mandó que condujeran a Pablo al cuartel…» Hechos 21:34.

Cada vez que leo este texto,

sonrío.

Sonrío porque me siento como ese comandante.

¿Sabes?, la Biblia es extraordinaria. Es un libro de hojas perennes, no caducas.  A poco que escarbemos, en ella encontramos descripciones vívidas de rabiosa actualidad.

Lee Hechos 21.

Este capítulo nos relata cómo Pablo pone rumbo a Jerusalén tras numerosos viajes, crisis y testimonios. Pero el Pablo que vuelve a Jerusalén no es el mismo que el que se fue.

De Jerusalén salió un Saulo perseguidor de la iglesia, celoso y amenazante contra los discípulos de Cristo, pero en su camino a Damasco se encontró con Jesús y

eso

cambió

todo.

Tuvo que perder su vista para recuperarla y comenzar a ver por fe. Fue liberado del aire tóxico que respiraba. Se topó cara a cara con la Verdad (Hechos 9). Y entonces el resto de cosas se reordenaron en su vida (Filipenses 3:5-8).

A Jerusalén llega un Pablo amante de la iglesia, siervo y seguidor de Cristo. Los que antes eran sus camaradas de persecución contra los cristianos son ahora sus acérrimos enemigos. Quieren matarlo. Varios hermanos de fe le advierten que no vaya a Jerusalén (Hechos 21), pero Pablo dice estar dispuesto a todo con tal de cumplir la voluntad de Dios y extender el reino de Cristo: «por el nombre del Señor Jesús estoy dispuesto no solo a ser atado sino también a morir en Jerusalén» (Hechos 21:13).

Finalmente, los ex correligionarios de Pablo le echan mano, lo golpean, acusan, maldicen y forman un motín en toda la ciudad de Jerusalén [¡la que liaron!]. A causa del tumulto aparecen los soldados romanos. Y allí «entre la multitud cada uno gritaba una cosa distinta. Como el comandante no pudo averiguar la verdad a causa del alboroto, mandó que condujeran a Pablo al cuartel…».

Ey, ¿has sonreído conmigo?

Los relatos contenidos en la Biblia tienen la capacidad de empatizar con el lector a niveles profundos, esenciales. El Espíritu gesta estas conexiones que provocan una identificación extraordinaria y vivificadora.

Sí, puedo sentir lo que sentía el comandante. Me lo imagino confundido, sobrepasado, moviendo la cabeza de un lado a otro tratando de entender lo que acontecía a su alrededor, pero sin saber a qué o a quién atender: «¡Basta! ¡Basta! ¡Callaos ya, por favor!».

Me siento como él.

Siento tanto griterío a mi alrededor,

tantas voces que dicen cosas tan distintas.

Tal agitación, confrontación y alboroto,

que me resulta imposible averiguar la verdad.

Ésta parece que se oculta temerosa,

que no quiere tener nada que ver con semejante bullicio.

Sé que no soy el único que se siente así. Como aturdido. Perdiendo el equilibrio. Buscando dónde asirme. Fatigado.

¿Notas como si tus pies caminasen por arenas movedizas? ¿Tú también percibes una realidad inestable, cada vez más relativa y desconfiada? ¿Un contexto cada vez más polarizado, de extremos? ¿Sientes esa mezcla de hartazgo, resignación y cansancio?

Te soy sincero: escribo con pocas esperanzas sobre mis palabras,

pero

con total esperanza en La Palabra; esa confianza es lo único que me impulsa a escribirte. 

No es mi intención generar conflicto. Tampoco quedarme en una equidistancia estéril. Si lo que lees hace que algo se [re]mueva en tu interior, quizá sea buena señal. A mí se me ha removido escribiendo y todavía tengo el alma inquieta, temblorosa, preocupada.   

Escribo porque este asunto me arde y no quiero quemarme por dentro.

Escribo porque tengo los ojos cansados de ver división entre hermanos y enfrentamientos usando la Biblia como arma arrojadiza, mientras se tergiversa el evangelio y se predican otros evangelios.

Porque, como el comandante, necesito ordenar las ideas, experimentar paz y encontrarme con la Verdad, en mayúscula.

Porque Jesús es la única esperanza y la esperanza que cada ser humano necesita. Hoy. Aquí. Ahora. Y cada día que pasa, lo necesitamos más que el anterior.

Vivimos tiempos complejos. Las explicaciones simplistas no valen. Pero quizás la Verdad esté más cerca de lo que nos imaginamos…

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Manifiesto I. movimiento de RE-SIS-TEN-CIA. un llamamiento cristiano contemporáneo.

Manifiesto II. Hacia el COLAPSO. la Biblia como respuesta

Manifiesto III. VEO VEO… esto [no] es una reflexión sobre el fin del mundo

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