¡Pum, pam, fiuuuu tatata, pam, pam, fiuuuu pummm…!

Qué susto ser pájaro en Valencia en Fallas.

No me extraña que vuelen despavoridos en busca de nuevos destinos y refugio, dejando atrás los nidos que con tanto ahínco habían construido.

Migraciones obligadas, y en muchos casos de larga distancia.

No debe ser fácil escapar de los ecos de petardos, bombetas, tracas y demás indiscriminados disparos pirotécnicos. Ruido demasiado ensordecedor. Clima hostil. Zona de conflicto. A ver qué pájaro se atreve a poner un huevo el día de la mascletá o criar a sus polluelos en medio de tanto desconcertante bullicio.

Con gusto los acogería en mi casa. O quizás no. No sé. No los conozco. No sé muy bien cómo se comportan. Dicen que algunos no son pájaros sino pajarracos… ¿Y si les dejo sólo un rinconcito del balcón? ¿O mejor una jaula? Que se encarguen otros, ¿no? Total, ya se las apañarán… ¡Venga, que siga la fiestam, pum, tatata…!

Qué perturbador y cómo cambia este relato cuando leemos “refugiado” en vez de “pájaro” y “guerra” en vez de “Valencia”… ¿Alguien sabe si seguimos con aquello de WELCOME PÁJAROS?

#Levítico 19:33-34

 

Posdata 1. Que ningún fallero/a se sienta herido/a, no estoy hablando de las Fallas.

Posdata 2. Normalmente no publico lo que no estoy convencido de publicar. Hoy he hecho una excepción (y además con doble posdata… esto no puede salir bien). ¿Va a servir de algo en un tema que necesita más manos y hechos que “postureo reflexivo”?