De vez en cuando un pájaro se posa frente a mi ventana, en el balcón de casa. En ocasiones me percato de su presencia. Otras estoy absorto en mis cosas y me pierdo ese momento. Hoy lo he escuchado. Lo miro.

¿En qué pensará ese pájaro?

¿Qué se le pasa por su cabecita? ¿Su próximo destino? ¿Dónde reposar de nuevo? ¿Cuánto tiempo le queda para volver a buscar una lombriz? ¿Le preocupa el mañana? ¿Sabe qué es el tiempo? ¿Ha sentido odio alguna vez? ¿Por qué canta? ¿Sabe que está cantando? Y miedo, ¿ha sentido miedo? ¿Se ha reconocido en un espejo? ¿Le han rechazado? ¿Es capaz de amar? ¿Pensará algo de mí…?

Ajeno a carteles y autobuses, noticias y cosas, estados de Facebook e incluso tweets… ¿en qué pensará ese pájaro?

¿Y por qué somos nosotros tan rematadamente complicados? ¿Lo somos? ¿Nos lo hacemos? ¿Qué nos creemos? Nuestra complejidad, tan bella y tan grotesca al mismo tiempo. ¿Lo valemos? No sé…

Y cuando no sepas, a veces es tan simple como acordarse del pajarillo que visita tu ventana.

Fijaos en las aves del cielo. #Mateo 6:26

¿No se venden cinco pajarillos por dos moneditas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. #Lucas 12:6

No tengáis miedo; vosotros valéis más que muchos pajarillos. #Mateo 10:31