No se trata de capas de maquillaje,
ni del filtro que escojas para la foto;
no importa tanto lo que diga el espejito espejito,
ni tampoco lo que te haya costado el último trapo de la nueva temporada.
La Hermosura pertenece a otra categoría aún más excelsa.
La Belleza es definida en la Biblia así:
“¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación, del que dice a Sión: ¡Tu Dios reina!” (Isaías 52:7).
Es espectacular, ¿no te parece?
El texto Bíblico no mide la Hermosura de algo o alguien en base a su atractivo exterior, sino por su cualidad de transmitir un mensaje vivo, de generar más Vida.
Me imagino un concurso de Belleza en el que tenemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo de jueces… ¡Dios ve de otra manera! Su definición de Hermosura observa parámetros diferentes. Y es que
a la luz de la Biblia
son Bellos
aquellos pies fatigados, polvorientos e incluso heridos por las piedras del camino,
pero que traen noticias de salvación.
Me preocupa confundirme de definición y estar más pendiente de cómo se ve mi cara, en vez de prestar atención al cuidado de mi alma. Sin descuidar una cosa ni la otra, pero sin que lo secundario ocupe el lugar de lo Esencial.
Ser Miss y Míster no es una cuestión de atributos físicos, sino del atributo divino que Dios nos ha entregado por gracia, y que nos pide que proclamemos para gozo de nuestro prójimo.
Para saber si estamos guapis no es necesario mirarse al espejo; sino conectarse al Bien, reflejar la luz del único Bueno y participar, ya, de Su Reino.
Brother and Sister, ¡precioso y hermosa!, no dejes de compartir la auténtica y verdadera Belleza.
Gozo y Paz.