¿Te imaginas que Jesús dijese de ti: “entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que _________ (pon ahí tu nombre)”?
Woow, solo de pensarlo se me eriza la piel. ¿Cómo te haría sentir? ¡Qué nivel!
Eso es lo que Jesús dijo de Juan el Bautista, pero Juan no pudo escucharle, no pudo sentir cómo se erizaba su piel… Estaba encarcelado y pesaba sobre él la sombra de su siniestro fin: sería decapitado por decir la verdad, y por el capricho obsceno de una consentida y los poderosos.
¡Qué final para aquel que había preparado el camino al Maestro! ¡Para quien había bautizado al Mesías! ¡Para “el más grande entre los mortales”!
Hoy llamamos influencer a cualquiera que en sus redes sociales tenga muchos seguidores. Da igual que influya para bien o para mal. No importa lo que diga, aunque sea chorrada tras chorrada. ¡Quién quiere trigo teniendo paja! ¡Quién quiere la vida eterna teniendo, aquí y ahora, circo, pan y vino!
Pero la influencia, para Dios, es otra cosa.
Sí, como la de Juan, el influencer de Jesús, su precursor y primer prescriptor.
¿Su Twitch? El desierto de Judea.
¿Sus followers? Pecadores perdonados y santurrones creídos.
¿Su story? “Arrepentíos, porque el reino de los cielos está cerca”.
¿Su outfit? Ropa hecha de pelo de camello y un cinturón de cuero.
¿Su recompensa? La cárcel y la muerte.
Juan el Bautista ni siquiera tuvo el privilegio de presenciar el poder de Cristo, y a diferencia de otros profetas no había hecho descender fuego del cielo, ni había abierto el mar en dos, ni había resucitado muertos… Pero “entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan”, dijo Jesús (Mateo 11:11).
¿Por qué?
Porque había hablado la verdad.
Porque era una lámpara encendida y brillante.
Porque anunciaba las buenas nuevas sin preocuparse por nada más.
Porque llevaba a las personas hacia el reino de Dios, no hacia sí mismo.
Porque no buscaba el reconocimiento propio, sino que admirasen al que había de venir.
Sí, la auténtica influencia no se mide por el número de visualizaciones, me gustas o ingresos (por muy interesantes que sean esas variables y manifiesten un innegable alcance). La influencia relevante a los ojos de Dios no es una cuestión esencialmente cuantitativa, sino cualitativa; está relacionada con la capacidad de aportar luz y valor moral, de conectarte con el Bien, de recrear la imagen de Dios en las personas.
¿Cómo es mi influencia hacia otros?
¿Quiénes son mis influencers?
¿De qué manera permito que me influyan?
Brother and sister, busquemos influencias que nos acerquen a Jesús y seamos influencias que acerquen a otros a Dios.
Gozo y Paz.
Posdata: Puedes leer más sobre este influencer en Mateo 3:1-15; 11:2-19; 14:1-12; Lucas 1:5-20; Juan 5:35.