Esta tarde, sobre las 20:00h., mientras estaba en la playa, ha pasado delante de mí una niña de unos 10 años. Avanzaba mirando a todos lados, temblorosa, con los brazos cruzados sobre su pecho como si tuviera frío (lo tenía), y con los ojos rojos (no sólo de la sal marina). Estaba sollozando. Las gotas del mediterráneo se mezclaban con las de sus lágrimas. Sus ojos buscaban. Estaba perdida.
La he seguido con la mirada hasta que se ha sentado en la arena, como a unos 20 metros de mí, aparentemente rendida. En ese momento he comenzado a caminar hacia ella; pero al poco se ha levantado y ha corrido hasta su madre, que estaba tumbada en su toalla, al parecer ajena a la angustia de su hija. La niña se ha tirado a los pies de la madre y ésta la ha besado y abrazado, ya consciente de lo que había pasado.
Después de alegrarme por el final de la historia, me han venido a la mente dos ideas en las que desde ese momento no he dejado de pensar:
1_ Me ha impactado profundamente la mirada de la niña. No por la mirada en sí, sino por el sentimiento que transmitía (lo que había detrás de la mirada): la niña sabía que estaba perdida.
Entonces he pensado en las continuas turbulencias a las que la humanidad está sometida. Cada vez más fuertes y más globales. Una naturaleza que gime por nuestros destrozos. Unas crisis que se agudizan. Un sistema que no funciona. Enfermedades imparables. Ataques absurdos, asesinatos, maltrato… Conocemos el mal, pero no lo reconocemos en nosotros. Y me pregunto: ¿cuándo hemos perdido ese sentimiento de “sabernos perdidos”? ¿Cómo hemos llegado a creer que “todo va bien” y que “nosotros podemos solucionar lo que sea”? ¿Cuándo vamos a reconocer que estamos perdidos?
Cuando lo hagamos, nos pondremos de pie y buscaremos temblorosos la Ayuda que necesitamos. ¡Pero primero necesitamos reconocer que estamos perdidos (como la niña)! Sólo así las cosas podrán cambiar. No por nosotros, sino por la Ayuda.
2_ Por “suerte”, en nuestro caso, nuestro Padre/Madre no es ajeno a tu angustia ni a la mía. Son sus ojos los que nos han buscado. Se ha metido al mar, se ha embarrado, se ha manchado… “Pues el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar a los que están perdidos.” (Lucas 19:11).
Ojalá Nos Encontremos, y no sea demasiado tarde.