El otro día mi padre advirtió una cruz de madera tirada en un contenedor de obra. Alguien aprovechó que había una reforma cerca y depositó aquella gran cruz entre los desperdicios de los albañiles. Ni corto ni perezoso mi padre la ha sacado de los escombros y la ha guardado en su huerto.

Aunque no tenemos muy claro qué hacer con ella, he notado algo curioso en su estructura… Por cómo está construida, desde luego la cruz no es obra de un fino ebanista; pero fíjate en el detalle de la foto: la cruz está hecha con una puerta.

No sé si esta construcción es intencional, como una metáfora de su significado, pero en cualquier caso tiene un sentido pleno y poderoso; no podía ser un símbolo más fiel a la realidad.

Sí, la Cruz de Jesús es una Puerta…

Hay quien, sencillamente, ignora esta Cruz.

Hay quien la desprecia y arroja a la basura como escombro sobrante.

Hay a quien le parece un icono de sufrimiento y atrocidades, perteneciente a un pasado “gracias a Dios” (¡ja!) pasado.

Pero también hay quien ve en ella mucho más. Como una puerta que abre un camino hasta ese momento cerrado. Paz y reconciliación. La entrada a una realidad más profunda. Esperanza y luz.

Ya no hay sangre en ella. Ni clavos amenazantes que la atraviesan. La cruz está vacía porque su dueño está vivo. Símbolo de máxima entrega, libertad y vida plena. Ahora es una puerta abierta, de par de par, y nadie ni nada la puede cerrar. Que no te engañen:

esta Cruz,

esta Puerta,

no es propiedad de ninguna religión ni grupo particular. Es una cuestión personal. Piénsalo. Acceso gratuito. Tickets pagados. Amor manifestado. Invitación hecha.

 

Gozo y Paz,

 

#FelizSábado #Stargate #DeVerdad

 

“Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas”.

[Jesús de Nazaret, en Juan 10:9-11]